viernes, 12 de agosto de 2011

Con pies de plomo.

No quería hacer nada que pudiese disgustarle, cualquier movimiento, un simple comentario, algo que le diera razones para pensar que era infantil, inmadura... algo que le hiciera pensar: hasta aquí hemos llegado.
Ella se esforzaba, era calculadora, su mente tenía una gruesa capa y muchas barreras, construyó un caparazón alrededor de su ser.
Olvidó lo maravilloso que es ser natural, gustarle a una persona tal y cómo eres, en su estado más puro y explosivo, porque las mentes así son las que secuden, las originales.

A la mierda, ¡adiós caparazón!


1 comentario:

  1. ¡fuera caparazones! Me ha encantado la simplicidad con la que has abordado el tema.
    :)

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